Ulpiano Benítez
Biografía
Ulpiano Benítez Endara
(Otavalo,1872 – Otavalo, 30.III.1968).
Músico y compositor. Tocaba la guitarra y la flauta. Gonzalo Benítez, su hijo, reconocido cantante de música popular, menciona acerca de su padre:
Tocaba la música solo o con sus hijos, era comerciante y le gustaba la agricultura, por eso se compró una hectárea en el centro de Otavalo, a dos cuadras del parque Bolívar. En eso se entretenía, tenía muy buenas relaciones y le querían mucho, yo no soy ni la sombra de papá, un hombre muy culto, muy simpático, que tenía a la gente entretenida conversando los pasajes y las anécdotas que había en ese tiempo. Hasta se había dedicado a escribir cartas de amores ajenos que le venían a encargar.
Mi padre se quedó en Otavalo y mis hermanos vinieron a estudiar a Quito desde el año 22. Papá era aficionado, pero con un oído y una memoria musical tan extraordinaria que, hasta el momento de su muerte, recitaba versos de sus canciones. Murió a los 96 años estando enterito, no tomaba ni fumaba, y si le daba ganas era de un cigarrillo de “El progreso Dorado”; cuando la fábrica cerró, no se acostumbraba al tabaco rubio porque decía que el negro es el único para hombres.
Con papá cantaba yaravíes creo que desde que nací. Mi padre cogía una bonita guitarra que tenía, se ponía a tocar, le oían mis hermanos y ellos cantaban lo que les enseñaba. Les decía: “¿por qué no cantan esto?, ¿por qué no cantan esto otro?”, entonces ya les tenía con trabajo. Como era yo el penúltimo, aprendí de todos ellos a cantar y ejecutar la música ecuatoriana, que se regaba por todos los ámbitos de mi tierra, de mi linda ciudad que es Otavalo. A él le debo mi vida artística, nunca fue egoísta con nadie, peor con sus hijos.
En el tiempo que papá era jovencito, se unía para cantar a dúo porque todavía no aparecían los tríos, esa era la forma de interpretar de él, y nosotros oíamos sus composiciones y la música tradicional. En ese tiempo, ya empecé a componer, retomé las canciones de papá en Quito, cuando me contrataron para hacer grabaciones. Él me enseñó, cuando alguna vez me desafinaba en el canto, me decía: “No es así espérate un ratito”, se ponía a cantar y, ¿qué pasaba?, que terminaba llorando, como a mí me está pasando ahora… Cuando mi padre me oía cantar, se sentía muy orgulloso y contento de que hubiera entrado a la farándula; sobre todo en la música ecuatoriana; digo esto porque cuando era estudiante también cantaba música internacional -siempre ha habido esas novelerías-. La música internacional era para mí muy bonita también, especialmente los tangos, porque los boleros todavía no aparecían.
Cuando tuve la oportunidad de ingresar a la vida profesional pensé que, si tenía buena voz para la interpretación, ¿por qué no dedicarme a la música ecuatoriana?; yo creo que heredé esa dulzura que tenía mi padre para el canto, la prueba es que he durado más de 65 años interpretando, he cantado los yaravíes que él dejó para la posteridad, que se han regado por América y por todo el mundo.
Ustedes han oído alguna vez los yaravíes: “Puñales”, “Despedida” o “Nunca me olvido”, esos son de él:
“Despedida” es el que dice:
“De esta tierra ya me voy,
a esta tierra he de volver,
porque tengo que pagar,
gratitud de una mujer…”
Son cosas hermosas, lindas. Pero no me hagan cantar esto porque me trae muchos recuerdos, sobre todo de mi padre y de la vida que pasábamos en el hogar, en mi casa, que cantaba ya un hermano, ya el otro. Pasábamos muy lindo cuando llegaba a la casa en las vacaciones, me ponía a hacer dúo con mi hermano Pedro o con mis otros hermanos.
Por eso es que no puedo dejar la música ecuatoriana, sino levantarla. Mis composiciones son a base de la música ecuatoriana.
Obras:
- Yaravíes: Puñales; Despedida; Nunca me olvido.
- Sanjuan: Clavelito.
Fuente:
- Carrión Oswaldo, A. (2002). Lo mejor del siglo XX. Ediciones Duma: Quito.
- Guerrero Pablo, (2012). Tras una cortina de años. Noción Imprenta: Quito.
Fotografía: Edición con AI

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